martes, 7 de abril de 2009

Objeto contundente

I
Lentamente despierto de un sueño confortable y prolongado. No abro los ojos, quiero recordar cual era el sueño. Apenas siento que el dolor de cabeza esta acompañado de un silbido; un susurro extraño pero muy íntimo, se parece al sonido de una canción ¿una canción?, pero ¿cuál canción? Seguramente alguna de las que siempre acostumbro escuchar. Sí, no hay duda, es esa misma canción que se repetía, que retumbaba sin parar mientras estaba soñando. ¿Pero qué estaba soñando? No recuerdo nada, era un hacinamiento de sensaciones confusas. Todas envueltas en una tibia nostalgia de visiones y pensamientos. Tan sólo me queda un fragmento de esa letra, es una extraña conversación con la soledad, con la muerte, es la llegada del final. “…mi vida…,. Toda mi vida ha sido reducida a este instante, no tiene otro nombre, no es otra cosa que…que desesperanza. Pero...
Estoy cómodo, sin embargo, percibo un hedor desagradable. Abro los ojos ¿Qué diablos? ésta no es mi habitación. Me desespero, levanto la cabeza y observo alrededor, un tenue rayo de luz se cuela a través de la fisura entre las cortinas de la ventana, está amaneciendo, aun no hay suficiente luz. No sé en donde estoy. Pienso: esta es la habitación de una clínica o algo parecido, a mi lado izquierdo hay otra cama con el cuerpo robusto, seguramente de un hombre, me da la espalda. No alcanzo a ver ni su nuca, esta acurrucado, no utiliza la almohada. ¿Quien será ese tipo? Noto que tengo vendada la cabeza; me duele mucho…Pero, ¿cómo es que vine a parar aquí?, ¿qué fue lo que me pasó? Trato de recordar, pero se me hace insoportable el dolor.
Estoy cubierto por una manta ligera que cubre todo mi cuerpo. La levanto, miro mis manos, tengo puesta un pijama blanco, mis pies están descalzos. Me duelen los ojos pero no quiero dejar de mirar, no hasta saber en dónde estoy, las paredes, apenas están las dos estrechas camas, una mesita en la esquina con una jarra de agua, algunas pastas y unos papeles. La puerta cerrada esta delante a mi lado derecho, el cuarto es pequeño. Ya no aguanto este dolor, es como un zumbido, es como un taladro en mi oído izquierdo. Estoy demasiado débil, intento ponerme de pie, lo hago, me siento mareado pero voy hasta la puerta, abro: hay un largo corredor solitario, no existe duda estoy en un hospital. Entro y cierro la puerta, voy hasta la mesita y encuentro un periódico doblado, me aterro:
En primer plano salgo yo bailando con mi tía…dice:

Joven herido en Rock al Parque sigue hospitalizado Noviembre 7 de 2007

Estable pero bajo coma inducido permanece el joven Jeison Gómez, quien fue brutalmente golpeado el pasado domingo durante una presentación de Rock al Parque, en el Simón Bolivar de Bogotá.
Jeison fue intervenido quirúrgicamente en el cráneo, como consecuencia de un fuerte golpe en su cabeza. Sus signos vitales y neurálgicos son estables, sin embargo, el grupo médico que lo atiende en el Hospital San Ignacio vigila permanentemente la desinflamación del cerebro que es vital para determinar si el joven quedará con secuelas, luego de la agresión.
El director del hospital, Julio Cesar Castellanos Ramírez, reiteró que el rápido traslado de Jeison al centro asistencial, en una ambulancia medicalizada de la Secretaría de Salud, ayudó para que el joven esté hoy en proceso de mejoría.
Por otra parte, su tía Dolly Gómez le pidió a la Policía Metropolitana, establecer qué pasó entre las nueve de la noche, hora en que los amigos del joven reportaron que estaba bien y las diez de la noche, hora en que fue trasladado al hospital San Ignacio.
Jeison Gómez es el mayor de dos hermanos, de una familia humilde que vive en Ciudad Bolivar. Su pasión es el rock y en los próximos días, ingresaría a la Universidad Pedagógica Nacional.

37 Jóvenes intoxicados en Rockalparque…

Boto el periódico al suelo, me tomo la cabeza, me duele… Dios mío ¿qué día es hoy? me siento al borde de la cama. Observo al que está en la otra cama, sigue durmiendo, más bien parece una mujer, es ancha, tiene el pelo largo y enmarañado, su cuerpo está cubierto completamente, está de espaldas a mí.







II
Veo un papel arrugado al borde de la cama, sin pensar lo tomo, éste decía en letra larga y cursiva:
El policía, al ver la apariencia de Jorge, (1,86 de estatura, ancho, cabello largo enmarañado), se empeñó en requisarlo por completo: lo colocó de espaldas y le hizo separar los pies descalzos. Le ordenó mantener las manos arriba; la derecha agarraba la cédula, la izquierda la mochila. Metió las manos enguantadas en todos los bolsillos, sacudió las ropas, sacó y botó al suelo todas las cosas que cargaba en la mochila. Estiró y hasta olfateó las medias, le hizo desanudar y sacudir la melena…Para sorpresa del policía no encontró nada, ninguna hierba, ni droga licita, ni objeto contundente, corto-punzante, alimento o cualquier otro restringido por la organización del evento. Sólo que era la tercera vez (seguida) que a Jorge le había tocado hacer fila para ser requisado. Había más de treinta policías allí atareados…Por pura casualidad yo siempre entré primero. En la primera le vieron una cadena metálica en el pantalón, esperé adentro, caminaban por ese trecho de humillación cientos de roqueros con los zapatos, zapatillas, chinelas, tenis, o botas en las manos. -¡se amarran los zapatos después de la línea!- decía más de un amarillo desocupado de la logística. No tuve otro remedio que salir, Jorge desajustó la cadena de la chapa y el llavero de 7 llaves, encaleté las tres partes en distintos lugares en mi maleta llena de ropa. Apenas me palparon la ropa y me dijeron: -está bien, siga- En la segunda le sacaron unos pinceles chinos, no podía botarlos, me hizo volver a salir, decidimos entonces guardarlos con la tendera de las “hiperhamburguesas” en el puente de la 63.
Cuando por fin ingresamos, los blueseros argentinos ya habían iniciado el toque, se veía una guitarra roja proyectada al fondo del escenario, nos llamaba como flor a abeja, a medida que penetrábamos entre la cada vez más densa multitud, coincidió nuestro palpitar con el estupendo riff de Miguel Botafogo. Me guié por el Led Zeppelín en la espalda de Jorge para no perderlo entre el tumulto, se hacía evidente el humo a marihuana…Nos ubicamos muy cerca de la tarima, no parecía importarnos el hacinamiento. Percibí una energía sagrada, la gente realmente se estaba gozando el concierto, bailábamos en el reducido espacio. Tocaron como los dioses negros del Missisippi, remataron justamente con Moby Dick, Jorge me miraba pasmado mientras se fumaba un cigarro. Eran las siete y ahí adentro hacía un calor agobiante, decidí comprar una botella de gaseosa, me costó el doble. Comenzó a tocar Zoe y la gente coreaba en el reducido espacio… Jorge me pidió prestado y compró cannabis, no le importó agacharse para armarse un porro, tardó pocos minutos, me dio a fumar pero no acepté. De súbito cambió el clima, lloviznaba, esto refrescó un poco el ambiente. Luego bailamos la Severa Matacera…se formó una alberca ska en el medio del público.
Me sorprendió la actitud de Jorge, me dijo suplicando: -Andrés, hermano consiga agua, no me puedo mover me tronché el pie, vaya hermano que tengo mucha sed, yo no me muevo de aquí… Acabó la Matacera, debía apurarme si quería ver la entrada de Manu Chao. Salí del tumulto a ver si aun estaban regalando agua en el costado derecho, vi a un tipo encaramado en el carro-tanque observando arteramente, en ese momento no le di importancia.
Hice fila para recibir la dosis de agua, la repartían en vasos plásticos que no paraban de llenar y repartir tres mujeres de chaqueta azul. Pedí a una de ellas que me llenaran la botella de gaseosa…tomé un sorbo, la gente miraba impaciente hacia el escenario, iba en la mitad del camino cuando sentí el peor alboroto en toda la tarde. Se escuchó Radio Bemba, elevé la botella como un trofeo, se me ocurrió no bajarla para dar con Jorge. Al rato él me la rapó de la mano, la destapó y bebió un largo sorbo…escupió y dijo asqueado: -¿de dónde sacó esta vaina, sabe raro? Inició “El Señor Matanza”, todo el mundo se alocó pero Jorge no se movía, lo empujaron, se formó un pogo enorme. No sé qué pasó exactamente, tan sólo vi la botella medio llena de agua sobrevolar las cabezas.

domingo, 15 de marzo de 2009

Madrugada


¡Se va a morir desgraciada, se me acabó la paciencia! Cobarde, salga a ver, no es capaz de enfrentarme, miserable, no es capaz. Mire como me volvió con sus… picadas. Cómo se atrevió a volverme así el pie, es donde más me carcome. ¿Por qué carajos la planta del pie? Ahhh bicho del demonio. Preciso ahora, que tengo que madrugar. Ay, me arde. Son las 3:11 de la mañana. ¿Para qué liendres le da por fastidiarme a esta hora? Y se esconde entre las cobijas la muy... Ah, ya la vi brincar, eso es una sentencia, se va a morir. No ¡Maldición! se pudo esconder, pero no voy a descansar hasta exterminarla. No se va a salvar con sus brincos, va a pagar cada una de estas picadas y el hecho de no dejarme descansar en paz. Qué suerte la mía, Estaba durmiendo tan bien y esta garrapata…si se dejara coger para exprimirle mi sangre.
No dejaba de rascarse, sacudió las cobijas una vez más. Por segundos, confundió a la pulga con motas negras que resaltaban en la sábana blanca. Inspeccionó cada tramo de la cama, sacudió las cobijas varias veces, permaneció alerta ante cualquier insignificancia, ya fuera una ilusión de movimiento. Pero estaba agotado; se rindió tan pronto, que añoró volver al sueño como pueblo aterrorizado. Apagó la luz a cinco fríos pasos de la cama y se acomodó fetalmente tratando de ignorar la rasquiña creciente en sus pies. ─Puedo controlarlo, la mente domina el cuerpo, no hay dolor no hay dolor no hay dolor -se dijo muy convencido-. Luego de unos minutos comenzó a vacilar, el dolor insistía, se agudizaba cada vez más. No resistió más, entonces, un pie desesperado marcó la uña del dedo gordo en una de las laceraciones y rascó como mejor pudo. Sintió un leve alivio pero no paraba de murmurar sandeces. Volvería pronto el escozor, pero el cuerpo le urgía recuperar energías. Siendo así, acomodó las cobijas y se cubrió hasta el cuello. Gracias a las cobijas tibias se contuvo y en cuestión de unos suspiros logró de nuevo el soñar.
Sin pensarlo, por un instinto antropoide, llevó su mano hasta el lugar recién aguijado en la pantorrilla debajo del pijama. Palpó en sus yemas los vellos enredados y una borona lisa que agarró entre el pulgar y el índice. No podía ser otra cosa sino la condenada pulga, creyó intensamente mientras la apretaba bajo su sentir inundado de triunfo. La dejó lela tras zangolotearla entre los dedos un par de minutos, ya no respondía a nada, parecía muerta. ─Pero no se puede estar seguro, tiene que sonar- de niño le advirtió su madre, una cazadora experimentada-. Aun quedaba aniquilarla, exterminarla, reventarla entre las uñas. Y lo hizo con el mayor de los placeres, tanto así como un sanguinario. De repente, la reventó y sintió una gota de la que fue su sangre en su cara. Y así lo ansiaba al evocar aquella gloriosa tarde de hacía tres días.
Despertó boca abajo, ahora la rasquiña era en la parte inferior de la espalda y en la pierna derecha. Maldijo su suerte por enésima vez y sin ningún encogimiento, suplicó de inmediato al cielo: ─¿qué estaré pagando Dios mío? No es justo…
En medio de la oscuridad, el frío y el silencio; llevó su mano a la mesa de noche pero tropezó con el control del radio, lo prendió:
─Down your door, you better run. you better run all day, and run all night. and keep your dirty feelings deep inside. and if you're taking your...
─Je ya de sufrir, consulte al Extraordinario doctor Ye y su revolucionario, mágico y sanador poder de hipnotismo astral…
─Persigue realizar ataques esporádicos. ─Así es Germán, se hace mención a la situación que podría darse en una pelea entre un elefante y un tigre. Si el tigre se queda quieto el elefante lo aplastará sin remedio; pero el tigre nunca se quedará quieto. Saltará sobre el lomo del elefante arrancándole grandes trozos de carne para esconderse después en la jungla. Así el elefante morirá desangrado. ─Terrible, Jorge; pero hagamos una pausa para ir al informe de la hora. Son las 4 de la...Apagó el radio y volvió a rascarse hasta atenuar el ardor levemente.
─Parece que la maldita estuviera vengando a las pulgas…-caviló deshecho mientras repasaba las ronchas alcanzables en su espalda-. Ese ardor inaguantable se reprodujo ahora en la nuca y en el dedo meñique de la mano izquierda; el infeliz se arrancó el saco y se sacudió desesperadamente, pateó las cobijas hasta dejarlas todas en el suelo. Ya no halló razón ni palabra para continuar injuriando mientras se rascaba compulsivamente. Permaneció sentado rumiando cosas como: sangre irresistiblemente dulce, no parará de alimentarse y engordarse hasta reventar o hasta ver la luz o caer en las garras de... Apenas comenzaba a sentir aquella fría madrugada que no dejaría de carcomerle la conciencia.